Se abre el primer hotel burbuja a una hora de Madrid

Sus habitaciones son cápsulas transparentes y están pensadas para sacarle punta a las noches estrelladas. Son solo cuatro esferas, están en la localidad de Hormigos, en Toledo, y ya están agotadas hasta diciembre 

Antes viajabas para salir de tu burbuja. Ahora lo harás para todo lo contario: meterte en ella. Porque así, exactamente, como enormes burbujas, son las marcianas habitaciones del hotel Miluna, en Hormigos (Toledo), abiertas desde mediados de septiembre.

La historia de Miluna comienza con el clásico “chico busca chica” y el flechazo que hace dinamitarlo todo por los aires y lanzarse al vacío. Pero esta vez en versión hotel y tres jóvenes catalanes –Victor, Jacobo y Alejandro–, licenciados en Administración y Dirección de Empresas, que en sus viajes con Europa se flechan con un tipo de alojamiento y lo dejan todo para montar el suyo propio.

Obviamente no se trata de un alojamiento cualquiera (tampoco en las historias de amor uno pierde la cabeza por el primero que pasa), sino de un lugar “donde dormir con las comodidades, intimidad y privacidad de un hotel, pero en medio de la naturaleza, contemplando las preciosas vistas del exterior”, explica Alejandro. Esto, a efectos prácticos, se traduce en una especie de cápsulas transparentes rodeadas de vegetación o en la experiencia campista más glamorosa que uno se puede imaginar..

“Nuestro viaje en el verano de 2015 nos dejó cautivados con este tipo de glamping (camping de lujo) y, a pesar de que los tres teníamos trabajo fijo y proyección de futuro, la mecha estaba prendida y la decisión tomada: queríamos montar nuestro propio hotel”, cuenta entusiasmado Alejandro.

Lo más complicado fue la búsqueda del emplazamiento perfecto. “Si bien es un producto que ya existe en España (hay tres hoteles similares en Cataluña, Navarra y Galicia), su presencia por el momento es muy reducida”. Tras muchas visitas dieron con una finca en la provincia de Toledo que cumplía con todos los requisitos necesarios: tenía terreno suficiente y una casa principal que hiciera la función de "centro de operaciones", las contaminaciones lumínica y acústica eran mínimas, y estaba a menos de una hora en coche de Madrid. 

Así en septiembre de 2018 se inauguró Miluna, un hotel “donde dormir con las comodidades, intimidad y privacidad de un hotel, pero en medio de la naturaleza contemplando las preciosas vistas del exterior”. Las lunas (como llaman a las habitaciones) están ubicadas en un lugar aislado del ruido y la contaminación y rodeadas de verde. Por el momento hay solo cuatro (la intención es llegar a una docena y, quizás, replicar el modelo), cuatro unidades prefabricadas con algo de galáctico, de unos 32 metros cuadrados de superficie y un jardín privado. Y sin cortinas, ni persianas. Todas tienen cama king size, baño privado, bañera y ducha con vistas al cielo y, entre sus amenities, un telescopio y todos los utensilios necesarios para un buen voyeur de estrellas.

“Queremos que dormir aquí sea una ocasión especial, que se venga a pasar una noche diferente, junto a la naturaleza y pudiendo contemplar el cielo”, dice Alejandro. Pero, aunque lo que hace especial Miluna es la experiencia en las habitaciones, también hay disponibles una serie de servicios complementarios que van desde el restaurante o las cenas y desayunos privados en la propia luna a masajes, un flotarium o alquiler de bicicletas.

Desde que han abierto han tenido ocupación de un 100% y prácticamente están cubiertos todos los fines de semana hasta diciembre, con un precio que va desde 189 euros (desayuno incluido). “Estamos muy agradecidos al pueblo por habernos abierto las puertas de esta forma desde el momento en que les hablamos del proyecto”, aseguran. Desde ese mismo momento ellos también quisieron integrarse en su nuevo pueblo y “el pan es de masa madre elaborado por un pequeño horno de un pueblo muy cerquita; como toda la bollería;  el aceite es totalmente ecológico y lo hace una pareja en un pueblo a menos de 20 kilómetros; nuestro vino viene de una bodega que está a tan sólo 15 kilómetros de nuestro hotel y los tomates son de un huerto que nos trae un vecino cada semana”. La fiesta está hecha.

Fuente: elpais.com

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