Sitges: abierto 24 horas

La localidad más popular de la Costa del Garraf es un destino abierto 24 horas

Locales, artistas, bohemios y una comprometida comunidad gay internacional han hecho de Sitges lo que es hoy, un destino cosmopolita y elegante repleto de tiendas, galerías de arte y restaurantes de primera.

Solo por su casco antiguo y sus animadas playas ya merecería la pena una visita; aunque Sitges da para más, mucho más.

Conocido a nivel mundial por su prolífica agenda de ocio, en Sitges no cabe un alfiler mientras tienen lugar algunos de sus eventos más internacionales. Cada mes de agosto, en la Fiesta Mayor de la ciudad, la ciudad se ilumina con espectaculares fuegos artificiales y hasta un ‘correfoc’ tradicional, donde toneladas de pólvora acompañan a vistosos bailes populares.

En junio es cuando las calles aparecen alfombradas con millones de pétalos de flores para celebrar el Corpus Christi. El Sitges Festival Internacional de Cine Fantástico de Cataluña tiene lugar en octubre y durante todo el año se suceden exposiciones de arte y música o festivales culinarios entre los que destaca la vendimia, todo un acontecimiento cultural en la ciudad de la malvasía, el tipo de uva más característico de los viñedos de la comarca y de donde se extrae el característico ‘Malvasía de Sitges’.

Se trata de un vino dulce que se elabora solo a partir de la variedad de su mismo nombre, la malvasía de Sitges, y que resulta perfecto para degustar con postres como una coca de azúcar.

Y es que siempre hay algo que hacer en Sitges, aunque sea simplemente el placer de pasear para visitar el legado modernista que se puede encontrar salpicado por el casco antiguo de la ciudad.

Santiago Rusiñol fue el pintor y escritor que a finales del s.XIX revolucionó Sitges con sus fiestas modernistas y su casa taller, el Cau Ferrat, y el pueblo en sí mismo era punto de encuentro de los intelectuales y artistas del Modernismo.

Las calles de Sitges acumulan un buen puñado de referencias a dicha estética, como la Casa Bonaventura Blay, la Casa Manuel Planas o la Casa Pere Carreras, así como el interior del Teatro Prado, y el mismo Cau Ferrat, que reúne en su seno todo un ejemplo del arte del momento.

Edificios típicos vacacionales en Sitges. © Getty Images

Pero es que por aquí ha pasado de todo. Unos cuantos años antes de la llegada de los modernistas, fueron los ricos comerciantes quienes establecieron aquí su alojamiento de vacaciones, atrayendo a artistas y escritores en busca de inspiración en las azules aguas, las blancas casas y los paisajes salvajes de la Costa del Garraf.

La reputación de Sitges como un lugar a donde acudía la intelectualidad europea fue sellada cuando, a finales del siglo XIX, Picasso y sus coetáneos comenzaron también a relajarse aquí. Y aquí sigue su legado.

Si el menú cultural de la ciudad es completo, podríamos decir que el gastronómico tampoco se sirve frío. Con un marcado acento catalán y especial énfasis en pescados y mariscos (la mayoría procedentes del cercano puerto de Vilanova), los arroces y las tapas son, claro, los platos más populares que degustar en Sitges.

Para lo primero, nada como una mesa en La Nansa, que desde 1963 lleva alimentando los paladares de locales y turistas a base de platos típicos, como la ‘cazuela de arroz a la sitgetana’ (costilla, salchicha, langostino, cigala, sepia y almejas).

Para lo segundo, un clásico como El Cable no puede faltar en ninguna ruta gastronómica que se precie.

Establecidos en su genuino local desde 1956, la familia Andreu ha conseguido lo imposible según sus propias palabras: “no somos solo un bar de pueblo: somos el bar del pueblo, el punto de encuentro de mucha gente de Sitges”. Y tienen razón.

Hay que probar su vermú casero y sus tapas más tradicionales, como los calamares y las bravas, consideradas como las mejores, o casi, de toda Cataluña.

No venden tabaco, no sirven ni mosto ni sidra y solo se puede tomar café en el turno de desayunos.

No muy lejos de El Cable, debemos remontarnos al año 1913 para hablar del primer chiringuito que se conoce en España, el Chiringuito, ubicado en pleno Paseo de la Ribera, en la playa de la Fragata, la más popular de Sitges.

La historia corrobora que el Chiringuito fue todo un núcleo del mundo cultural en Sitges y el lugar de encuentro de las tertulias. Aunque solo sea por su pasado y por sus privilegiadas vistas a la fotogénica iglesia de San Bartolomé y Santa Tecla, bien merece una visita.

Cae el sol y despiertan los nocturnos en la ciudad que parece no dormir nunca.

Si de día Sitges es un hervidero de paseantes y viajeros inquietos, de noche es el centro neurálgico de la fiesta y la diversión. Así queda demostrado en la calle Primer de Maig, más conocida como la ‘calle del pecado’, donde docenas de locales con los decibelios por las nubes compiten por quién atrae a más gente.

Para quienes busquen algo más pausado, la terraza de la Casa Bacardi es un excelente lugar donde sentarse y, cóctel en mano, ver la noche pasar en pleno casco antiguo de Sitges, el lugar donde empezó todo. Los menos nocturnos, encuentran su particular refugio en el hotel MiM, uno de los establecimientos boutique más novedosos de la ciudad.

Ubicado a 100 metros de la playa, del hotel destacan muchas cosas, pero son su terraza en la azotea, con piscina y restaurante, y su spa (cuenta con un completo y cuquísimo circuito de hidroterapia), las auténticas joyas de la corona.

Esta obra maestra de la arquitectura sostenible es además uno de los hoteles más comprometidos con el medioambiente, y está ubicado a tan solo 100 metros de una de las playas con más vida del Mediterráneo, Sant Sebastià.

Y aunque aquí hemos venido a jugar, que para eso estamos en Sitges, en sus habitaciones reinan la calma y el descanso, algo que seguramente el viajero agradecerá tras las intensas jornadas de ocio sitgetanas.

Suma y sigue, porque la penúltima apuesta de la cadena de lujo británica Soho House también ha elegido el Garraf para dar vida a su Soho Beach House. Y es que nunca es suficiente para Nick Jones, dueño, señor y creador del exclusivo club británico cuyo penúltimo capricho es un Beach House en la propia Costa del Garraf, más pequeño de lo habitual, con el mismo perfil de exclusividad y 17 habitaciones.

La inauguración del que será el beach club de moda en Cataluña está pensada para finales de julio, dejando para finales de agosto el hotel que lo acompañará.

Fuente: CondéMastTraveler

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