Regreso a las páginas de esta apreciada revista digital, después de un breve receso, pensando siempre en como podemos reedificar la actividad turística venezolana y convertirla en una de las más importantes del país, tanto desde el punto de vista económico, laboral y social.
Antes de escribir estas líneas justo terminé de leer un excelente artículo de Gustavo Coronel titulado Un hombre que construyó su mundo, en el cual narraba el pensamiento de una persona que decidió ser feliz tomando de su quehacer diario todo aquello que lo hacía feliz y desechando lo que lo afectaba negativamente; dicho artículo, cuya lectura recomiendo, me hizo reflexionar sobre la situación venezolana en general y específicamente sobre el turismo, área económica que para muchos países representa su más importante fuente de ingresos y para nosotros quizás una Cenicienta.
Mi reflexión se pasaba por el hecho de que es imposible obviar toda la situación política, social y económica que vive nuestro país y concentrarnos solo en las bondades de la actividad turístico-recreacional; sin embargo, hay una realidad: 1. Existe una infraestructura y estructura turística que sigue siendo aprovechable; 2. Tenemos un importante y experimentado empresariado que ha sido resiliente y ha logrado sobrevivir tantos años de calamidades, cambios y restricciones legales, prohibiciones, inseguridad, devaluación, inflación y otros muchos problemas, sin contar la reciente pandemia china, de la cual tampoco han logrado salir la mayoría de las naciones; 3. Venezuela sigue siendo un país con una ubicación geográfica envidiable, y con una naturaleza privilegiada; y 4. Hay una necesidad importante de que esta actividad se mantenga ya que es una de las grandes generadoras de empleo y de emprendimiento en la población, además de poder ser complemento de otras como la agricultura y ganadería.
Desde el punto de económico Venezuela es otra, muchas industrias han cerrado sus puertas, el abastecimiento de alimentos y bienes en general depende más de las importaciones que de la producción local; el dólar se ha convertido de hecho en una moneda de curso legal, a tal punto que el gobierno piensa imponer un impuesto a las transacciones con esa divisa; aunque la hiperinflación ha cedido un tanto, la inflación y la devaluación de la moneda siguen siendo un grave problema; y el ingreso económico de los venezolanos se ha estratificado entre los que sólo reciben salarios mínimos como sueldos o pensiones; los que reciben remesas de sus familiares en el exterior; y los que tienen sueldos o rentas en dólares. A todo lo anterior hay que sumarle que ahora tenemos 6 millones de venezolanos que viven fuera
de su país, de los cuales al menos la mitad contribuye enviando las remesas antes citadas.
Regresando a mi reflexión, también pensaba que el futuro es incierto en nuestro país, pero que no podemos quedarnos de brazos cruzados y dejar que la industria turística siga viniéndose a menos, y así, como en el relato del señor del cual escribió Gustavo Coronel, construyamos (o reconstruyamos) un nuevo mundo turístico, a través de acciones que neutralicen las adversidades o aprovechen las nuevas realidades. Por ejemplo, si la principal empresa aérea con la que podemos traer visitantes a Venezuela es la turca, pues busquemos que vengan muchísimos turistas (de Turquía, Europa, África y Asia) para los diferentes destinos y segmentos de oferta con que podemos contar en Venezuela, hasta llenarlos; esto sin dejar de solicitar al gobierno nacional que se reautoricen todas las demás aerolíneas extranjeras que operaban hacia y desde Venezuela antes de la pandemia. Si se han reabierto ciertas rutas nacionales y autorizado a empresas aéreas venezolanas para servirlas, hagamos esfuerzos conjuntos entre agencias de viajes, operadores de turismo regional, hoteles, otros prestadores de servicios turísticos y autoridades locales para relanzar destinos y aupar dichas economías regionales y locales. Si muchos venezolanos no cuentan con los recursos para viajar en avión ni para llegar a hoteles y posadas de tres, cuatro o cinco estrellas, entonces entusiasmemos a nuevos emprendedores que desarrollen moteles y campamentos turísticos aledaños a playas, ríos, lagos, montañas o parques nacionales; y empresas de transporte turístico terrestre low cost. En los destinos donde no existe una capacidad hotelera incentivemos a los pobladores locales a convertir sus viviendas en pensiones limpias y seguras, y a las autoridades municipales a darle belleza y sanidad a los pueblos para atraer a visitantes nacionales. Promovamos, en conjunto con las empresas que aún apuestan a Venezuela, el desarrollo de excursiones de fines de
semana para sus trabajadores.
Si 6 millones de venezolanos viven en el extranjero, promocionemos paquetes turísticos para que vengan a disfrutar de su país con sus familiares en Venezuela.
Reconstruir la actividad turística en Venezuela, de la manera propuesta, puede sonar muy romántico, y para algunos, imposible; tomemos el ejemplo del señor del relato que decidió construir su propio mundo positivo apartando todo lo negativo que lo rodeaba. El presente se nos va en lamentarnos y si no cambiamos la actitud también nos lamentaremos en el futuro. El gran reto para el sector privado turístico venezolano es: Liderar la Reconstrucción del turismo en medio de las adversidades.
Willian J. Bracho
Abogado, MSc. Gestión del Turismo Sostenible.
wjbracho@yahoo.com; Instagram: @estratega_Consultores_wb