La salinidad de los océanos y mares es uno de los factores clave que determinan las propiedades físicas, químicas y biológicas de los ecosistemas marinos.
Pero ¿por qué la salinidad varía tanto entre diferentes cuerpos de agua salada? Este fenómeno tiene sus raíces en una combinación de factores climáticos, geológicos y geográficos.
¿Qué es la salinidad y cómo se mide?
La salinidad es la concentración de sales disueltas en el agua, expresada generalmente en partes por mil (g/kg o ‰). En promedio, los océanos del mundo tienen una salinidad de aproximadamente 35 ‰, lo que significa que hay 35 gramos de sales por cada kilogramo de agua. Sin embargo, esta cifra puede variar considerablemente dependiendo de la región y las condiciones locales.
Factores que influyen en la salinidad
- Evaporación y precipitación
Uno de los principales determinantes de la salinidad es el balance entre la evaporación y la precipitación. En regiones cálidas y secas, como los mares semicerrados en zonas tropicales o subtropicales, la alta tasa de evaporación concentra las sales en el agua. Por ejemplo, el Mar Rojo y el Golfo Pérsico tienen salinidades superiores a 40 ‰ debido a su intenso calor y la escasez de lluvias.
En contraste, áreas con abundante precipitación o influencias de grandes ríos tienen una menor salinidad. El Mar Báltico, por ejemplo, tiene una salinidad promedio de solo 10 ‰ debido al aporte de agua dulce de numerosos ríos y la baja evaporación en su clima frío.
- Aporte de agua dulce
Los ríos, glaciares y deshielos aportan grandes cantidades de agua dulce a los océanos y mares, diluyendo la salinidad local. Ejemplos notables incluyen el Océano Ártico, donde el derretimiento de los casquetes polares y el aporte de ríos como el Lena y el Mackenzie reducen drásticamente la salinidad.
- Conexión con el océano abierto
Los mares semicerrados o completamente cerrados tienden a mostrar una mayor variabilidad en su salinidad. Por ejemplo, el Mar Muerto, que no tiene salida al océano y está ubicado en una región extremadamente cálida, alcanza niveles de salinidad superiores a 300 ‰, lo que lo convierte en uno de los cuerpos de agua más salados del mundo.
Por otro lado, mares como el Mar del Norte o el Caribe, que tienen una mayor interacción con el océano Atlántico, tienden a mostrar salinidades más equilibradas debido a la mezcla constante de agua salada y dulce.
- Circulación oceánica y corrientes
Las corrientes marinas también desempeñan un papel crucial en la distribución de la salinidad. Corrientes cálidas como la Corriente del Golfo transportan aguas salinas desde las regiones tropicales hacia latitudes más altas, mientras que las corrientes frías contribuyen a la mezcla de agua menos salada.
- Actividad volcánica y geología local
La actividad volcánica submarina y la erosión de las rocas también influyen en la composición química del agua marina, agregando sales y minerales específicos que pueden alterar la salinidad en ciertas zonas.
El impacto de la salinidad en el ecosistema
La salinidad no solo afecta las propiedades físicas del agua, como su densidad y punto de congelación, sino también determina qué especies marinas pueden prosperar en un área determinada. Organismos como los corales, por ejemplo, son extremadamente sensibles a cambios en la salinidad, lo que subraya la importancia de entender estos patrones para la conservación de la biodiversidad marina.
El futuro de la salinidad en un mundo cambiante
El cambio climático está alterando los patrones de precipitación, evaporación y deshielo, lo que podría tener efectos significativos en la salinidad de los mares y océanos. Regiones como el Océano Ártico podrían volverse menos salinas debido al aumento del deshielo, mientras que los mares semicerrados podrían experimentar una mayor concentración de sales debido a la intensificación de las sequías.