Caracas: Una capital turística por descubrir

Crónicas de Caracas

Las capitales son destinos turísticos. Caracas es un tesoro ancestral que late con ritmo. El Instituto Municipal de Turismo IMTUR aspira hacer de Caracas una capital turistica.


Antes de la llegada de los europeos, el valle de Caracas era un territorio habitado por tribus indígenas; estos pueblos dejaron un invaluable legado en la toponimia, gastronomía y prácticas culturales que aún perduran en la ciudad. En 1567, Diego de Lozada funda Santiago de León de Caracas; luego de la conquista y colonización, la ciudad se convierte en un centro de poder, comercio y cultura, influenciado por la arquitectura, la religión y las costumbres españolas. El siglo XIX marca el inicio de la independencia de Venezuela; la ciudad se consolida como referente latinoamericano. En el siglo XX, Caracas se transforma en metrópolis moderna. Sin embargo, la ciudad también se enfrenta a desafíos como la expansión urbana, el crecimiento poblacional y la desigualdad social.

El profesor Alfredo Guzmán, centró su exposición a los integrantes del curso de Formación de Promotores Integrales Turísticos del Instituto Municipal de Turismo de Caracas IMTUR, en conocer para identificarnos, desarrollando el sentido de pertenencia; el conocimiento y valoración de una ciudad llena de orgullo, conectando con sus raíces e impulsando el trabajo por un futuro mejor. La invitación consiste en descubrir la belleza de la capital de Venezuela, no solo como un conjunto de calles y edificios, sino como crisol de culturas, explosión de sabores, legado de nuestros ancestros.

Las zonas turísticas pueden ser atractivas por su belleza natural, su infraestructura de ocio, sus edificios históricos o su oferta de eventos. La diversidad cultural de Caracas es un crisol de culturas. La influencia indígena, española, africana y europea ha moldeado nuestra identidad. En cada rincón de la ciudad se respira la herencia de nuestros ancestros, en las tradiciones, la música, la gastronomía y las expresiones artísticas.

¡Somos caraqueños, y nuestra historia nos da fuerza para avanzar!

¡Únete a esta aventura y comparte la magia de nuestra Caracas con el mundo!

LA CARACAS DE ANTAÑO

Fragmento tomado del libro “Caracas. Un baúl de recuerdos”, del escritor Arístides Rojas.

Nada más curioso en las pasadas épocas de Caracas, que las numerosas fiestas religiosas que, durante el año, tenían divertidos a sus moradores. Con fiestas y octavarios comenzaba enero, y con fiestas y aguinaldos remataba diciembre, sin que hubiera tiempo al descanso; que la sociedad caraqueña, en su totalidad, no tenía en mientes otra materia, como elemento de vida, que las fiestas en los templos y las procesiones en las calles, con el objeto de celebrar el día de alguna Virgen, o el de algún patrono de la capital.

Quince templos tenía Caracas a mediados del siglo XIX, a los cuales pertenecían algunas capillas contiguas y cerca de cuarenta cofradías y hermandades religiosas, todas compuestas de libres y de esclavos, a manera de sociedades religiosas encargadas del culto de alguna imagen o de la fábrica de algún templo, y dedicadas al servicio de las cosas divinas. Y como cada una de ellas, según su reglamento, vestía de una manera igual en la forma, aunque distinta en los colores, sucedía que, reunidas todas en días solemnes, daban a la población un aspecto carnavalesco, aunque se presentaban silenciosas y recatadas.

Si a la pluralidad de las cofradías y hermandades, se agregan los frailes de los conventos, con hábitos de color azul, blanco, y blanco y negro, se comprenderá que una fiesta religiosa de los pasados tiempos de Caracas, acompañada de las cruces y guiones de cada hermandad, y de las cruces de la Metropolitana y de las parroquias, debía parecer como un mosaico de múltiples colores. En los días solemnes, como los de Corpus Cristi, Jueves Santo, Santiago, etc., etc., y también en el entierro de algún magnate español o caraqueño, veíanse reunidas todas estas Corporaciones, haciendo séquito al Ayuntamiento, Gobernación y Audiencia, pues en tales casos hacía gala cada Cuerpo e individuo del rango que representaba en el esfera política o religiosa; de su riqueza y posición social; o, finalmente, de la vanidad con que quería aparecer inflado, hueco o sólido, según los méritos que suponía tener o los que le concedieran sus semejantes.

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