Chile consolida su posición como destino líder en enoturismo, alcanzando un récord con cerca de 220 viñas abiertas al público, lo que representa un crecimiento del 5 % respecto al año anterior, según el último Catastro Nacional de Enoturismo. Esta expansión refleja no solo la recuperación del turismo tras la pandemia, sino también un cambio profundo en las preferencias de los viajeros, que buscan experiencias integrales más allá de la simple degustación de vinos.
Hoy, el 59 % de los visitantes son turistas nacionales, atraídos por propuestas que combinan vino, cultura, gastronomía y naturaleza. Zonas como el Valle de Colchagua destacan por su oferta variada y de calidad, además de propuestas innovadoras como picnics entre viñedos, cenas maridaje, talleres de autor y tours guiados con enólogos.
Viñas como Ravanal han apostado por la personalización, ofreciendo degustaciones exclusivas en su Grand Lounge of Wines y tours en varios idiomas, especialmente en portugués para atender la creciente llegada de visitantes brasileños.
El auge del enoturismo también se explica por la digitalización, la sostenibilidad y la asociatividad. Un 70 % de las viñas integran experiencias gastronómicas, y más de 90 cuentan con certificaciones medioambientales. Desde 2016, la participación en rutas del vino y gremios ha crecido un 160 %, fortaleciendo el trabajo conjunto entre el sector público y privado.
Con más de 5 millones de turistas internacionales en 2024, y un crecimiento destacado desde mercados como Brasil, Argentina, EE.UU. y Perú, Chile se proyecta como un referente del enoturismo sostenible y experiencial.
Lejos de ser solo una copa de vino, esta tendencia invita a recorrer el país a través de sus sabores, paisajes e historias, viviendo cada visita como una inmersión sensorial y cultural.