Conoce qué hacer en caso de accidente nuclear y para qué sirve el yodo

El pasado 30 de agosto, la Unión Europea anunció que entregaría cinco millones y medio de pastillas de yodo a Ucrania, debido a la creciente preocupación en torno a la central nuclear de Zaporizhzhia y en respuesta a la solicitud ucraniana.


Las pastillas pretenden servir como protección parcial para la población más cercana a la central en caso de que ocurra un accidente nuclear. Pero ¿cómo protegen estas pastillas de la radiación?

La central nuclear de Zaporizhzhia se dedica a producir energía a partir de uranio. El proceso consiste en descomponer el uranio en átomos más ligeros, una reacción que libera energía. Entre los productos de la reacción están el yodo, el cesio, el estroncio, el xenón o el bario. Pero estos átomos son radiactivos ya que contienen un exceso de partículas en su núcleo. Es decir, también se descomponen en átomos más ligeros, desprendiendo energía. El problema es que, si se produce un accidente nuclear que libere estos átomos al entorno, la población cercana a la central puede inhalarlos o ingerirlos, algo peligroso para la salud.

Los peligros del yodo radiactivo

De entre los átomos resultantes de la descomposición del uranio, uno de los más peligrosos es el yodo. Por eso los esfuerzos por proteger a la población en caso de accidentes nuclear se orientan sobre todo a mitigar los efectos de este elemento. La glándula tiroides requiere yodo para funcionar correctamente, y el consumo habitual de sal yodada nos proporciona la dosis que necesitamos. Sin embargo, si ingerimos yodo radiactivo, la glándula tiroides no es capaz de distinguirlo del que no es radiactivo, y lo absorbe sin alarmarse. El yodo radiactivo decae muy rápidamente, y al hacerlo emite una gran cantidad de neutrones que pueden dañar nuestro ADN aumentando considerablemente el riesgo de cáncer de tiroides.

¿Cómo evitar este riesgo? Solo después del accidente nuclear de Chernobyl en abril de 1986 se pudo constatar que, además de la evacuación del terreno cercano a la fuente de radiación, las pastillas de yodo contribuyen a controlarlo. Hasta entonces, las recomendaciones estadounidenses sobre cómo actuar en caso de escape radiactivo se basaban en estimaciones de la radiación que resultó de las detonaciones de bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki en la Segunda Guerra Mundial. Pero los datos no eran demasiado fiables ni detallados.

Al otro lado del Atlántico, en los años 1960 algunos científicos soviéticos investigaron sobre los beneficios del yoduro de potasio en caso de ingesta de yodo radioactivo y establecieron qué dosis eran las indicadas. En 1970, el Ministerio de Sanidad de la URSS publicó los pasos a seguir en caso de accidente nuclear, y fueron estas las recomendaciones que se siguieron en Chernobyl. Varios estudios realizados después del accidente constataron la eficacia de estas medidas.

Aprendiendo de Chernobyl

Desde entonces, el gobierno estadounidense incorporó lo aprendido en Chernobyl a sus indicaciones, y aquellas evidencias siguen siendo las más fiables en cuanto a cómo actuar ante accidentes nucleares. En aquella ocasión, la contaminación por radiación se extendió sobre un área de 150 000 km2 y alcanzó a 6,2 millones de personas. Aunque ha habido algunos accidentes posteriores, los grandes avances en el diseño de las centrales y en los protocolos de contención en caso de fallos internos han limitado enormemente el alcance de la radiación. El peligro principal en Zaporizhzhia está en la falta de garantías sobre su gestión.

Tras el accidente de Chernobyl, se observó un aumento en la incidencia de cáncer de tiroides. Los datos obtenidos sugieren que el riesgo es mayor en población infantil y se reduce en la edad adulta. En niños muy pequeños, el riesgo puede existir incluso con una exposición muy limitada a la radiación. Las pastillas de yodo están pensadas para frenar este riesgo, y la información recabada después del accidente constató su utilidad. Eso sí, a pesar de que se distribuyeron 18 millones de pastillas tras el accidente, en varias regiones llegaron dos o tres días después del escape. Quedó claro que la rapidez era fundamental.

Los beneficios de las pastillas de yodo

Pero ¿por qué es beneficioso ingerir yodo en caso de fuga radiactiva? En realidad, las pastillas no contienen yodo puro sino un compuesto llamado yoduro de potasio. Pero la clave está en que el yodo de las pastillas no es radiactivo. La dosis es la suficiente como para saturar la glándula tiroides, de modo que ya no pueda absorber el yodo radiactivo del ambiente. Por eso es importante tomar la pastilla algo antes de la exposición a la radiación, o inmediatamente después: cuanto más tiempo pase entre la exposición y la ingesta de la pastilla, más tiempo tendrá la glándula tiroides de absorber yodo radiactivo. En Ucrania ya ha comenzado la distribución de pastillas a los hogares para que la población esté preparada en caso de accidente.

Estas pastillas no vienen exentas de efectos secundarios, pero suelen ser leves. Aunque los estudios que los analizan carecen de grupo de control, se han registrado casos de malestar de estómago, sarpullidos o inflamación de las glándulas salivales. Es más improbable que la ingesta de yodo desencadene complicaciones en la glándula tiroides, aunque puede ocurrir. En población infantil, el riesgo de cáncer de tiroides compensa con creces los posibles efectos secundarios de la ingesta de yodo, por eso las pastillas están especialmente recomendadas en este segmento de edad.

Ya en Chernobyl, la distribución de pastillas de yodo se dirigió principalmente a la población infantil. Sin embargo, a medida que avanza la edad, el aumento en el riesgo de cáncer es menor. En personas mayores de 40 años, se estima que los efectos secundarios no compensan los beneficios de la ingesta de yodo. Por eso, actualmente, las recomendaciones de los organismos internacionales solo recomiendan tomar yodo en caso de escape radiactivo a menores de 40 años.

Ahora, solo queda esperar que no sea necesario utilizar las pastillas de yodo entregadas a Ucrania.

Aunque el yodo que contiene la sal de mesa es suficiente para que la glándula tiroides funcione correctamente, la dosis dista mucho de poder protegernos en caso de accidente nuclear. Sería necesario ingerir unos 300 gramos de sal para conseguir los 130 miligramos de yodo que contiene una sola pastilla.

elmundoalinstante.com

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