De igual modo que los automóviles capaces de circular sin conductor humano requirieron un importante trabajo previo y están exigiendo la incorporación y validación de muchas medidas de seguridad, el paso equivalente en la aeronáutica está demandando mucho trabajo de los ingenieros que trabajan en esta área pionera.
Uno de los muchos pequeños avances que están lográndose poco a poco lo ha conseguido recientemente la NASA (Administración Nacional estadounidense de Aeronáutica y del Espacio) en colaboración con la DARPA (Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa, dependiente del Departamento de Defensa de Estados Unidos) y la empresa Sikorsky, pionera de los helicópteros, fundada en 1923 por Ígor Sikorsky y que hoy en día pertenece a la compañía Lockheed Martin.
Dos helicópteros de investigación de Sikorsky realizaron una docena de vuelos de prueba sobre Long Island Sound, Connecticut, teniendo cuidado de evitar otras aeronaves en la zona que les rodeaba. Lo inusual fue que los helicópteros, pese a su aspecto corriente, volaban de forma autónoma (guiados por un software diseñado por la NASA) y esas otras aeronaves a esquivar eran virtuales, parte de una simulación para probar sistemas de vuelo sin piloto. Fue la primera vez que dos aeronaves autónomas volaban cerca la una de la otra utilizando un software diseñado por la NASA para evitar colisiones.
Los investigadores pudieron recopilar datos que permitirán avanzar en el diseño de sistemas para vuelo completamente autónomo, es decir, sistemas capaces de manejar una aeronave sin piloto desde el despegue hasta el aterrizaje. Este trabajo forma parte de los esfuerzos de la NASA por diseñar y evaluar tecnologías que puedan dar lugar a taxis aéreos y otras nuevas opciones de transporte aéreo automatizado.
Los helicópteros utilizados para las pruebas son versiones de modelos ya existentes adaptadas para sistemas autónomos. Uno de los helicópteros es el conocido como SARA (Sikorsky Autonomy Research Aircraft). El otro, más grande, se llama OPV (Optionally Piloted Vehicle). Los investigadores cargaron en los helicópteros cinco sistemas de software diseñados por la NASA, que funcionaron con el sistema de vuelo automatizado ya integrado por Sikorsky y la DARPA.
Aunque el objetivo de los vuelos era probar la capacidad de los dos helicópteros de autopilotarse, por seguridad un piloto de la NASA y otro de Sikorsky estuvieron a bordo de cada helicóptero para supervisar la marcha de las pruebas de vuelo. El sistema de autonomía de vuelo de Sikorsky, en combinación con el software de la NASA, que se ejecuta en tabletas diseñadas por la agencia, permitió a los helicópteros volar de forma autónoma a lo largo de múltiples rutas planificadas. Las tabletas también permitieron a los pilotos humanos supervisar las opciones de ruta de vuelo que el software seleccionaba cada vez que era necesario corregir el rumbo.
Los pilotos humanos observaron cómo respondían los helicópteros a las órdenes dictadas por el software, y los investigadores de la NASA evaluaron cómo funcionaban conjuntamente los distintos sistemas de software para controlar cada aeronave.
El equipo realizó 12 vuelos con éxito, que abarcaron 70 maniobras de prueba de vuelo diferentes y generaron más de 30 horas de vuelo para cada aeronave. La colaboración de la NASA con Sikorsky y la DARPA ha sentado las bases para seguir desarrollando la tecnología de automatización.