La inteligencia artificial Noyron ha desarrollado un motor que (en teoría) mantiene su eficiencia a medida que asciende.
Aunque a veces nos olvidemos, la inteligencia artificial es mucho más que una serie de herramientas de ofimática con las que podemos trastear desde nuestras casas. Paralelamente a la tecnología de la que todos disfrutamos, las empresas desarrollan versiones más poderosas y específicas para resolver sus propios problemas y ya están dando sus frutos. La última noticia en esta línea la ha protagonizado LEAP 71, una empresa afincada en Dubái especializada en la ingeniería computacional. Gracias a su nueva inteligencia artificial llamada Noyron, LEAP 71 ha logrado desarrollar en tiempo récord un tipo de motor para cohetes que ha traído de cabeza a la NASA durante décadas.
Se trata de un motor de aeroespiga (traducción algo libre de aerospike engine) y su ventaja frente a otros motores es bastante atractiva. A medida que los cohetes ascienden, la atmósfera que atraviesan cambia y se va volviendo cada vez menos densa. Del mismo modo que no diseñamos igual los dispositivos que atraviesan la densidad del agua del mar que los que buscan penetrar en el aire, los motores no son igual de eficaces a todas las alturas, hay densidades a las que funcionan mejor. Sin embargo, los motores de aeroespiga rompen esta norma y su diseño teórico les permite mantener la eficiencia a través de un gran rango de altitudes. Pues bien, Noyron ha conseguido desarrollar y “probar” su propio modelo de motor de aeroespiga en pocas semanas… ¡y funciona!
Un par de detalles…
Podríamos contarlo así, por supuesto. Y, posiblemente, parecería que la NASA ha quedado obsoleta y que la IA está preparada para superar con creces los resultados que pueden obtener equipos enteros de ingenieros en una fracción de su tiempo, pero… ¿es realmente así? Lo más cauto es decir que no. A pesar de lo que parecen sugerir algunas declaraciones desde LEAP 71, este no es el primer motor de aeroespiga desarrollado. Los intentos de la NASA y de otras instituciones no han sido en vano, han dado lugar a diseños muy interesantes relativamente exitosos. Porque es cierto que esta tecnología no ha pasado a ser comercial, pero tampoco la desarrollada por Noyron.
Sin duda, los resultados de LEAP 71 son encomiables y, hasta donde sabemos, las pruebas que hicieron con la Universidad de Sheffield fueron un éxito. Noyron indicó cómo imprimir el motor en una aleación de cobre con cromo y circonio utilizando un láser capaz de fundir capas de polvo metálico. El resultado fue enviado a las instalaciones de pruebas de Airborne Engineering en Westcott, en Reino Unido, donde se hicieron pruebas de combustión. El motor funcionó correctamente a la primera, aunque la combustión “inaugural” duró apenas 3 segundos. La segunda combustión alcanzó los 13 segundos, todo un éxito. Ahora bien, para ponerlo en contexto es importante decir que otros modelos de motores de aeroespiga desarrollados previamente por otros equipos independientes de LEAP 71 lograron mantener la combustión de 30 segundos (o más según el tipo de pruebas que tengamos en cuenta).
¿El futuro?
El nuevo motor de LEAP 71 es un éxito de lo más interesante, pero si tenemos que resumir las implicaciones de esta investigación, posiblemente no subrayaríamos el posible desarrollo de motores de aeroespiga que revolucionen la industria. Es algo que puede pasar, desde luego, pero hay muchos retos que superar hasta entonces, y no sabemos cuánto podría llevarnos superar cada escollo. Lo que sí sabemos es que estamos entrando en una nueva era del diseño por ordenador. Llevamos décadas utilizando programas que aligeran el trabajo de cálculo y dibujo de nuevos prototipos, algunos programas permiten incluso hacer ciertas pruebas para estar seguros de si merece probar los modelos en la realidad o si será una pérdida de tiempo y dinero. Lo que ha hecho Noyron es muy diferente.
Desde LEAP 71 aclaran que, si bien ya existían incluso algunas inteligencias artificiales capaces de diseñar prototipos a partir de unas órdenes iniciales, lo que hace su IA es diferente y declaran que no requiere la supervisión de un ingeniero. La frase es éticamente conflictiva y, posiblemente, demasiado arriesgada cuando sabemos que la IA no es infalible y que hay mucho dinero, tiempo (y puede que vidas) en juego. Lo que sí marca la diferencia más allá de cualquier valoración personal es que el proceso de diseño de Noyron es más transparente que el de otras IAs, permitiendo trazar sus “razonamientos” y, así, asegurarnos de que se apoya en los conocimientos científicos y tecnológicos actuales.
Porque LEAP 71 no busca revolucionar la industria de los cohetes necesariamente, sino a la ingeniería en sí misma, su motor de aeroespiga es una gran carta de presentación que, posiblemente, les ayude a obtener inversores para desarrollar dispositivos igual de importantes, aunque menos vistosos. Noyron es solo una de las primeras grandes incursiones de la IA en la ingeniería, pero no la última, y viene dispuesta a cambiarlo todo.
Comparar lo que han tardado las agencias aeroespaciales en desarrollar un motor así frente a esta inteligencia artificial es algo injusto. Aunque el motor diseñado por Noyron partiera de cero en cuanto a que no se basaron en modelos previos para su diseño, sí parten de un conocimiento que no tenían las agencias cuando empezaron a diseñarlos. La historia de éxitos y fracasos de los intentos previos y el conocimiento ampliado desde entonces son clave para comprender este desarrollo tecnológico.