Bajo Madre de Dios: el tesoro del ecoturismo amazónico de Perú

Pocas regiones en el mundo pueden presumir de encontrarse en una triple frontera. En el sureste del Perú, la región de Bajo Madre de Dios se extiende entre Brasil, Bolivia y Perú, preservando aún la magia de la selva virgen y consolidándose como un destino emergente de ecoturismo y turismo vivencial. En la reciente edición de Perú Travel Mart, esta joya amazónica se presentó con una propuesta renovada: 15 emprendimientos turísticos unidos bajo una visión común de conservación, autenticidad y desarrollo sostenible.


Por Maria Carrasco Lloria

Caribbean News Digital conversó con Paola Revilla Ceballos, directora regional de Comercio Exterior y Turismo de Madre de Dios, y con Sandra Fernández, presidenta de la Asociación de Turismo del Bajo Madre de Dios y fundadora del Ecolodge Amazon Planet, para conocer más sobre esta iniciativa.

Bajo Madre de Dios se revela como una de las apuestas más genuinas del turismo sostenible en América Latina. Naturaleza prístina, cultura ancestral viva, comunidades empoderadas, biodiversidad sin igual y un modelo de desarrollo inclusivo hacen de este rincón amazónico un lugar por descubrir y por cuidar.

La puerta de entrada a la Amazonía peruana: capital de la biodiversidad

Ubicado en la región de Madre de Dios, Bajo Madre de Dios conecta directamente con Puerto Maldonado y Cusco, lo que lo convierte en el punto de partida ideal para adentrarse en la Amazonía peruana. Esta zona alberga parte del río Bajo Madre de Dios, uno de los principales afluentes del Amazonas, y forma parte de la Reserva Nacional Tambopata, reconocida como uno de los mayores oasis de biodiversidad del planeta.

A lo largo de 50 kilómetros de este río se encuentran distribuidos los 15 turoperadores participantes, todos ellos enfocados en turismo de naturaleza, cultura viva y conservación ambiental.

Naturaleza, cultura y ciencia: experiencias para todos los públicos

Bajo Madre de Dios ofrece una amplia gama de actividades y experiencias: desde el lujo de lodges de selva hasta opciones para mochileros que buscan autenticidad. Además, se está posicionando como un polo emergente para el turismo científico y académico, gracias a su biodiversidad única y entornos bien conservados.

Entre las principales experiencias se encuentra la llamada “ruta natural combinada”, que permite al viajero elegir su nivel de confort en albergues cercanos a la ciudad para acceder a:

  • La Colpa de la Cachuela, ideal para observar bandadas de loros al amanecer.
  • La Colpa de Chuncho, dentro de la Reserva Nacional Tambopata, donde los guacamayos protagonizan un espectáculo de color y sonido.
  • El Lago Sandoval, perfecto para navegar entre nutrias gigantes y hoatzines en medio del bosque primario.

Más adelante, en el curso del río, se encuentran proyectos de conservación como la Reserva Ecológica Taricaya y la ruta de la castaña amazónica, fruto emblemático conocido como el “oro verde” de la región. Esta ruta permite conocer el trabajo de los castañeros, considerados los auténticos guardianes del bosque.

Turismo comunitario y cultura viva: las mujeres como protagonistas

Una de las apuestas más valiosas del Bajo Madre de Dios es el turismo comunitario, en especial el trabajo con las mujeres de la comunidad nativa Palma Real, del pueblo originario Eze’eja. En su centro cultural, ellas comparten saberes ancestrales a través de la artesanía en fibras naturales: abanicos, canastas y otros objetos que son testimonio de una tradición viva.

Una joya natural para el turismo receptivo internacional

El perfil del visitante es variado: desde jóvenes mochileros y estudiantes hasta familias y viajeros senior en busca de lujo. Sin embargo, como explican Revilla y Fernández, el turismo receptivo internacional es el principal motor del destino, más que el nacional. Lo que más atrae es la experiencia de una selva prístina, con flora y fauna que resultan exóticas para el visitante europeo o norteamericano.

Frente a otros destinos, donde la selva cercana a la ciudad ya está altamente transformada, Bajo Madre de Dios ofrece un entorno intacto, con áreas protegidas como la Reserva Nacional Tambopata y el Parque Bahuaja Sonene. En tan solo minutos desde la ciudad, uno puede adentrarse en un entorno salvaje y silencioso, donde la biodiversidad se muestra sin filtros.

Aquí no se habla de destrucción, sino de transición: de lo natural a lo cultural, explican. “Pero lo que ofrecemos es naturaleza pura. Caminar por estos bosques es como adentrarse en el corazón de lo intacto, en medio de la nada, pero con todo”.

Diversidad biocultural: 38 comunidades nativas y una visión sostenible

La riqueza del Bajo Madre de Dios no se limita a lo natural. La región alberga 38 comunidades nativas, algunas de ellas no contactadas, y cuenta con 6 áreas de conservación pública y 38 privadas. Este modelo permite que cada comunidad decida el ritmo al que desea abrirse al turismo, respetando su autonomía y preservando su entorno.

caribbeannewsdigital.com

Related Posts

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *