El periódico británico The Guardian eligió seis ciudades europeas especialmente atractivas para practicar pasear.
Berlín: tiene muchas novedades, el aeropuerto el Berlín-Brandeburgo Willy Brandt, inaugurado hace un año, el soberbio Foro Humboldt, una de las construcciones más grandes de Europa, renovada tras una inversión millonaria, en la que ahora pueden verse piezas del Museo Etnológico y del Museo de Arte asiático, y exposiciones permanentes sobre los 800 años de historia del edificio y sobre los hermanos Humboldt.
Trieste: el paseo tiene que ver con su litoral, con sus playas y estaciones balnearias. Fue (y es) una ciudad fronteriza. Cuando era frontera de la ‘Italia romana’, Augusto ordenó la construcción de la muralla. Como parte del imperio austrohúngaro, tuvo un enorme desarrollo. Del siglo XVIII es el barrio del Borgo Teresiano, imprescindible.
Marsella: siempre huele a mar, sobre todo los días de viento y lluvia, cuando las olas zarandean las pequeñas embarcaciones atracadas en el Puerto Viejo. La basílica de Notre Dame de la Garde, construida en lo alto de una colina, siempre parece impresionante. Es también una ciudad de cafés.
Lisboa: el paseo va hacia arriba o hacia abajo por la Alfama, el Bairro Alto y el Chiado. Sus calles son difíciles de caminar, estrechas, pero a cambio devuelven belleza, pequeños restaurantes donde comer muy bien, con un bacalao excelente, y rincones fotogénicos.
Copenhague: El Nyhavn, el antiguo puerto de Copenhague es la estampa típica de las postales, un puerto construido por Christian V en el siglo XVII. Hoy es un barrio dentro del centro de la ciudad, con sus casas rojas, verdes o amarillas, y se recorre fácilmente a pie. Hay embarcaciones antiguas restauradas, casas pintorescas y terrazas donde, eso sí, todo es caro. A unos 20 km, para ir en tren, está la casa de Karen Blixen, más conocida por su pseudónimo literario Isak Dinesen, la escritora que pasó a la posteridad por su libro ‘Memorias de África’ (1937).
Sevilla: Los españoles saben de su magia, de su Semana Santa, de su alegría, de su tapeo y de algunos monumentos y plazas imprescindibles, como la catedral, el Real Alcázar, la cinematográfica Plaza de España o las fotogénicas setas, que cumplen su décimo aniversario.