Entre acantilados épicos y pueblos bonitos, la costa sur de Portugal sorprende con calas secretas y bahías kilométricas donde disfrutar de un buen chapuzón.
Hace mucho que el sur de Portugal ocupa las principales páginas turísticas de los medios: pueblos costeros, artesanías, acantilados espectaculares, hotelazos, gastronomía innovadora, chiringuitos desde los que ver las puestas de sol, arquitectura autóctona apasionante… los planes se acumulan y casi ocultan lo mejor: las playas. El problema (bendito problema) es que más de un centenar de arenales salpican la costa como si fueran una galaxia playera y es fácil perderse entre tanto, por eso, conviene no olvidarse de las mejores playas del Algarve.
PLAYA DE MARINHA, LA MÁS BONITA
Alargada y limitada por un acantilado que se levanta vertical a pocos metros de la orilla, la playa tiene aspecto de paisaje en el que no importaría esperar a la llegada del fin de mundo. Eso sí, hay que aprovechar la marea baja, porque si no casi que no queda espacio para estirar la toalla. Se puede caminar hacia la derecha por los acantilados, o bien aventurarse por la orilla, hasta alcanzar el arco natural con forma de ‘m’. De hecho, las rocas de la orilla parece un museo de esculturas naturales.
PLAYA DE MONTE CLÉRIGO: NATURALEZA ACCESIBLE
Ya la entrada a la aldea es una promesa del paraíso playero al que se llega. Salvo cuando sopla el viento, capaz de tapar la carretera con la arena fina de la playa, pero como no hay mal que por bien no venga, a los surfistas les encanta siempre. A ellos se añade alguna que otra caravana y mucha gente que viene a hacer apología del ocio entre dunas y mar. Además, está integrada en la red de playas accesibles, por lo que ofrece toda clase de equipamientos. Hay que alargar la estancia mínimo hasta el atardecer, verlo por ejemplo desde la terracita del O Zé será un momento mágico.
PLAYA DE TRES IRMAOS: ÉPICA AL CUBO CERCA DE PORTIMAO
En esta costa parece que sin acantilados y rocas no hay playa. Esta cala es un ejemplo más (y no cualquiera). Su nombre ya apunta maneras: los tres hermanos son tres formaciones rocosas que se levantan a pocos metros de la orilla. Los riscos dan al conjunto una belleza escénica que entretendrá todas las horas de baño que se dediquen a esta playa vecina a la popular playa de Alvor. Según la leyenda, las rocas son en realidad tres hermanos pescadores que se quedaron petrificados en una noche de tormenta. Hoy son famosos.
BENAGIL, LA CATEDRAL PLAYERA DEL ALGARVE
Si la costa Algarvía se conoce por sus cuevas y acantilados es en parte por playa de Benagil. El arenal, que se encuentra muy cerca de Lagoa, ha ganado popularidad precisamente por su cueva, conocida como La Catedral. Con la erosión y el paso del tiempo se ha formado dentro de la misma una pequeña playa, un prodigio natural que bien valdría como escenario de una película de aventuras si no fuera porque en temporada alta nadie se la quiere perder. No tiene acceso directo desde tierra, por lo que hay que hacerlo por mar.
PLAYA DE CARVOEIRO: LO URBANO TAMBIÉN ES BELLO
Hace tiempo, los barcos salían de aquí a la pesca del atún, pero ahora las coloridas embarcaciones de madera son el decorado perfecto a la playa urbana de Carvoeiro. La panorámica con las casas asomándose al acantilado es perfecta como para animar el feed de Instagram de cualquiera. El ambiente y la tranquilidad de las aguas la convierten en una de las playas más familiares del Algarve. En lo alto de los acantilados hay unos pequeños senderos y miradores que regalan las mejores vistas de esta parte de costa.
PLAYA DE FALESIA: EL ACANTILADO MULTICOLOR
Una estrecha lengua de mar abierta al atlántico, entre un mar turquesa y un largo acantilado con matices que van desde el gris al rojo, así es esta playa a sólo diez kilómetros de Albufeira. La gama cromática queda rota en temporada alta, cuando las toallas y los paraguas traen el resto de colores. Y es que la arena fina y la suave entrada al mar hacen de esta otra de las opciones familiares para pasar un día playero en el Algarve. Para los bañistas más gastro, sobre estos acantilados están algunos de los hoteles y restaurantes más interesantes de la zona, como el Pine Cliffs Resort y su restaurante Maré o el Alquimia, en punta y punta de la playa, pero dos imprescindibles de la gastronomía portugesa contemporánea.
PLAYA DE ALBANDEIRA: FOTOGENIA LEJOS DE LAS MASAS
Esta playa es un bello bocado pegado al típico acantilado ‘made in Algarve’. En realidad, son dos calas pequeñas comunicadas por una grieta en las rocas. En cualquier otro lugar, el arco en el que acaba el acantilado que abraza el arenal sería motivo para que los bañistas se plantaran en fila india, pero no ocurre así, porque, en parte, la poca superficie de arena, la estrecha carretera y la falta de servicios alejan el turismo de masa. Para ver el arco hay que llegar con marea baja, que es cuando el túnel que comunica las dos playas se hace transitable.
PLAYA DE CASTELO: LA PERFECCIÓN PLAYERA
Hay que pensar en los acantilados del Algarve como en una cortina que crea intimidad playera; por ejemplo, en esta playa en la que gracias a ellos, no se ven los desarrollos urbanísticos de alrededor. Son las paredes rocosas las que concentran las miradas. Sobre todo, la formación del extremo de la playa, con la forma de almena de un gran castillo marino y que, claro, da nombre al arenal. La erosión ha abierto pequeñas calas en el promontorio que funcionan al modo de playas privadas para los bañistas más madrugadores.
PLAYA DE DOÑA ANA: LA ESCENA PLAYERA MÁS FAMOSA DE ALGARVE
Hay tres playas principales en las afueras de Lagos. Y la más grande de ellas es Meia Praia, pero como siempre, las cosas interesantes ocurren en los lugares más pequeños. Como en la playa de Doña Ana, considerada unánimemente como la más bella del Algarve. Por sí misma, la entrada ya es escénica, a través de una larga escalinata de madera que da a la playa. La orilla salpicada por diversas formaciones rocosas esculpidas con formas curiosas por la erosión del mar le acaba de dar temperatura al paisaje.
PLAYA CAMILO: ESCALERA HACIA EL CIELO PLAYERO
Hacen falta doscientos escalones para llegar a la cala perfecta: un anfiteatro natural, rocoso y de colores ocres, con una arena suave y dorada que contrasta con la gama de turquesas del mar. Lo mejor es que cuando la playa se queda pequeña en temporada de verano, se puede pasar a la playa de al lado, separada por una formación rocosa que con la marea baja deja un paso a través de la orilla. Desde la explanada que sirve de parking, se ve todo el litoral entre Lagos y Albufeira.
PLAYA DE LOS ESTUDANTES: AL FINAL DEL TÚNEL SIEMPRE HAY UNA PLAYA
Es pequeña, sobre todo si se compara con la vecina Meia Praia, pero no le falta singularidad. Casi parece un programa playero con dos calas rodeadas por acantilados y rocas, donde túneles excavados dan paso a una u otra. Las formaciones rocosas se extienden hasta el mar, por lo que se gana tranquilidad para el baño.
Foto principal: Playa de Marinha. SHUTTERSTOCK
José Alejandro Adamuz