Hace 15 años, Stephanie Ramán llegó de vacaciones a Margarita, luego de entrar a Venezuela para diseñar varias tiendas en la ciudad de Caracas y cuando el contrato se terminó, decidió descansar unos días en la isla, de la cual tenía excelentes referencias.
De eso han pasado ya tres lustros y cada día se enamora más de la isla, el calor y su gente.
“Qué me enamoró de Margarita?, todo realmente, antes que todo el tipo de gente. Yo vengo de Bélgica que es un país muy gris, llueve mucho. Aquí tenemos 360 días al año del sol, así que es imposible no enamorarse de eso”, respondió cuando se le preguntó sobre las razones que la anclaron en La Perla del Caribe.
Agregó que ha viajado muchísimo y conocido a muchas personas, pero el calor y el apoyo, la gentileza que tiene la gente de Margarita, de verdad que no se encuentra en ningún otro lado.
“Aquí te quedas parada fuera del carro y cualquiera te sale, o sea, te dice que necesitas una mano o lo que sea, te ven cargando bolsos en el supermercado y te preguntan: le doy una mano, señora?”, señaló Ramán.
Recuerda que empezó a invertir en Margarita ya hace muchos años atrás, para lo cual contó con el apoyo de su padre para comprar una pequeña cabaña en la población de Guarame, municipio Arismendi.
Empezó a trabajar en ella, la remodeló, después empezó a alquilarla, mientras ella dormía en casa de una amiga y así fue recolectando poco a poco dinero y al mismo ritmo fue el proceso de crecimiento de una, a dos posadas.
Hoy cuenta con “La limonera” y “La Waricha”, ambas vecinas en Guarame, una exquisita zona costera del municipio capitalino de Nueva Esparta.
Sin conocer nada de construcción, hoy su vida ha dado un gran giro y además de sus inversiones en el área de hospedaje, está construyendo y remodelando algunos clubes privados, así como algunas casas o locales en el mismo municipio donde es muy conocida y buscada para esos trabajos.
Habla de La Limonera como si la estuviera vendiendo como producto para hacer turismo en Margarita.
¿Qué tipo de turistas reciben aquí?, se le preguntó.
“Nosotros nos enfocamos en recibir grupos familiares o grupos de amigos que quieren recibir el mismo servicio que puede ofrecer un hotel, pero más personalizado y sin tener al lado el huésped que tú no conoces. Son experiencias mucho más privadas, mucho más personalizadas como tal”, precisa.
Resalta que el concepto de La Limonera es de por sí, un refrescamiento de lo que son las típicas casas que están por Guarame, es decir, todas las casas de palos, que estaban hechas en los típicos colores caribeños como los ranchos de Chana, el color ocre, el azul y el naranja .
“Yo sentí que era un poquito pasado de moda y realmente como construcción La Limonera existía, pero le hemos hecho cambios extra,s pero arquitectónicamente quedó igual, le hemos puesto un toque más fresco, más joven, un estilo más mediterráneo, más griego”, insistió.
Está convencida que su “niña consentida” está más en la moda hoy por hoy y que está gustando al cliente joven.
Sobre la diferencia entre La Limonera, por ejemplo, y La Waricha, piensa que la segunda tiene un toque más tropical, puesto que tiene mucho más matas, aun cuando su estilo y su concepto es igual, también es blanco, pero es más grande y tiene una vibra más familiar.
Fotos: Giam León
@dexcyguedez