Ascenso al Aconcagua: La fiebre de conquistar el gigante de América

Con una altitud imponente que supera los 6.960 metros sobre el nivel del mar, el Aconcagua se sitúa en la cordillera de los Andes, en la provincia de Mendoza, Argentina. Reconocida como la montaña más alta de América, ha despertado la pasión de montañistas chilenos en los últimos años, transformándose en un destino turístico de gran relevancia. Cada año, cientos de aventureros se embarcan en la titánica misión de alcanzar su cumbre, un reto que exige preparación exhaustiva y determinación.


El ascenso al Aconcagua comienza mucho antes de que los escaladores pisen la montaña. La preparación física, que puede durar meses, es fundamental, además de la realización de exámenes médicos y una meticulosa planificación del equipo. Según Christian Rodiek, un montañista aficionado que ha conquistado la cima, “alcanzar esta cima es un sueño hecho realidad”, lo cual subraya lo crucial de la experiencia y la planificación.

El recorrido inicia en el parque provincial Aconcagua, a aproximadamente 2.950 m s.n.m. A medida que se avanza a través de campamentos como Confluencia y Plaza de Mulas, la aclimatación se vuelve esencial para evitar el mal agudo de montaña. Como indica Luis Díaz, guía de montaña, es crucial alternar entre caminatas y días de descanso para facilitar la adaptación. Así, los escaladores enfrentan el frío extremo y las adversidades climáticas, desde temperaturas que pueden descender por debajo de -30°C hasta el temido “viento blanco”. Después de un arduo ascenso, aquellos que alcanzan la cima experimentan una mezcla de emoción y respeto por la montaña. Reunidos en la cumbre, donde el silencio impera, los montañistas reflexionan sobre su conquista y la importancia de haber contado con guías experimentados en este desafío monumental.

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