Aviación venezolana: ¿supervivencia del más apto?

  • Un año inédito para las aerolíneas y también para los viajeros, sobre todo para los que se quedaron varados lejos de sus hogares, como consecuencia de las restricciones de vuelo derivadas de la declaratoria de pandemia por el virus Covid-19.
  • La reapertura de rutas y posteriores suspensiones solo han traído desconfianza y angustia a empresas aéreas, operadores turísticos, pasajeros y al sector de viajes en general.
  • Las restricciones de vuelo en la mayoría de los aeropuertos locales, afectan a los ciudadanos en sus esfuerzos por reunirse con sus familiares, y mantiene un freno al sector comercio y servicios en su afán de ver la luz al final del túnel de la desastrosa situación económica en el interior del país.

Historia de amor y dolor

Luego de ocho meses de inactividad, las aerolíneas venezolanas fueron autorizadas a operar nuevamente en algunas de sus rutas nacionales e internacionales, bajo estricto cumplimiento de las llamadas normas de bioseguridad. Sin embargo, la apertura de los vuelos ha sido limitada a solo siete aeropuertos (Maiquetía, Valencia, Maracaibo, Porlamar, Los Roques, Caracas-Charallave y, más recientemente, Canaima), con pocas frecuencias.

En cuanto a destinos internacionales, Venezuela decidió que solo México, Turquía, Bolivia, Panamá y Republica Dominicana serían los países con los cuales retomar las relaciones aerocomerciales regulares, en una suerte de “corredores aéreos” seguros.

Pero, lo que se pensó sería una apertura gradual y sostenida, resultó muy pronto en un retroceso incomprensible, afectando de nuevo a miles de viajeros que apenas comenzaban a reservar y viajar de acuerdo a sus necesidades personales o laborales. Panamá y República Dominicana, dos de los destinos más demandados, por sus conexiones más allá de la región, quedaron fuera de la lista autorizada, por supuestos motivos asociados a la pandemia. Ya una semana antes, una aerolínea venezolana había sido sancionada por haber transportado pasajeros presuntamente contagiados de Covid-19, sin tener a la fecha una certeza de los hechos.

La situación se torna inexplicable, cuando se ha visto por todos los medios de comunicación cómo las autoridades aeroportuarias y aeronáuticas han hecho alarde de las medidas de bioseguridad implementadas, mientras que las aerolíneas han cumplido lo propio en sus operaciones diarias. Es importante mencionar que la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) maneja cifras muy concretas sobre cómo la pandemia ha afectado a la aviación, y en su informe más reciente, del mes de octubre 2020, reportó apenas 44 casos de transmisión potencial de virus a bordo de aeronaves, de 1,2 billones de pasajeros transportados desde que se declaró la emergencia sanitaria en marzo de este año.

Vale acotar que Venezuela no está sola: del otro lado del mundo, Hong Kong ha prohibido temporalmente las operaciones de British Airways, Emirates, KLM y Nepal Airlines, por supuestamente haber transportado pasajeros portadores del virus. Una medida que aplica solo para vuelos entrando a la ciudad china, pero no saliendo de esta; decisión que las aerolíneas han objetado con fuerza.

Aerolíneas contra la pared, otra vez

En todo este proceso de reapertura del espacio aéreo en pandemia, las aerolíneas llevan la peor parte. Después de meses de paralización, pérdida de ingresos y quema de reservas de efectivo, finalmente tienen un respiro con algunas operaciones aéreas, pero se les atribuye la culpa principal al momento de la detección de algún caso positivo de Covid-19 en sus vuelos; ¡ahora se les pide que capaciten a sus empleados en identificación de síntomas del Covid-19! Tamaña responsabilidad.

Si bien el personal de aerolíneas que trabaja en los mostradores (counters) tiene labores de revisión de documentación para otorgar el pase de abordar, la presente situación sanitaria -inédita en nuestros tiempos- está más allá de sus responsabilidades. Ello porque dicho personal no es experto en salud pública y no tiene los conocimientos de medicina para sospechar, menos deducir, si un caso es Covid-19 o una alergia momentánea, por ejemplo.

Así como existe el oficial de Migración que está capacitado para detectar cualquier anomalía en la documentación de identificación, las autoridades competentes deberían entonces, dada la situación de salud nueva, designar funcionarios expertos médicos que puedan verificar las condiciones de salud y la autenticidad de las pruebas PCR que portan los pasajeros, antes de abordar el vuelo.

La función principal de las aerolíneas es el servicio de transporte aéreo, seguro y a tiempo. En consecuencia, la responsabilidad de detectar condiciones de salud adversas de los pasajeros – en medio de una pandemia- debería recaer primero en alguna autoridad sanitaria que cumpla funciones de prevención, y que pudiera funcionar a la par de Migración. Ello no es descabellado, dada la extensión de la pandemia y la complejidad del virus, que ha puesto de cabeza a los mismos científicos expertos del área.

Sin confianza no habrá recuperación

Confianza, palabra mágica. Es la clave para que las aerolíneas y los pasajeros se vuelvan a encontrar sin sobresaltos por planes truncados. Las primeras, la necesitan para visualizar un camino de recuperación económica; los segundos, la requieren para saber que llegarán a destino seguro luego de meses varados y lejos de sus hogares, precisamente en esta época del año. En ambos casos, se requiere de la voluntad y el raciocinio de las autoridades aeronáuticas para hacerlo posible.

Ello pasa nuevamente por la misma autoridad aeronáutica, que sea justa en la designación de rutas y frecuencias, que favorezca a todos los operadores aéreos por igual. Sin discriminación ni favoritismos por cual o tal aerolínea, sean propiedad de gobiernos o de capital privado. Destinos aislados deben ser atendidos y reabiertas las operaciones aéreas a la brevedad posible.

Ver a las aerolíneas como los enemigos a controlar, no tiene sentido. Solo actuando como un solo equipo, autoridades y autorizados, en términos de respeto mutuo y con los aspectos técnicos como eje central de la relación, sin posturas políticas, se podrá salir adelante. La aviación no funciona de otra manera. Lo contrario será menos aerolíneas operando, más desempleo, menos conectividad para la población, y una incalculable pérdida de oportunidades de desarrollo para el país.

Las aerolíneas son parte de la solución, no del problema. Porque, sin aerolíneas, los aeropuertos serán solo espacios desolados, y el único vuelo que veremos será el de una nación en plena involución en materia aeronáutica.

Luis Manuel Vargas M.
Comunicador Social. UCAB 92. CNP #7761
@aeroconexion
www.aeroconexion.wordpress.com

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