Tres razones por las cuales no habrá vuelos directos entre Estados Unidos y Venezuela en el corto plazo

La ausencia de vuelos sin escalas entre Estados Unidos y Venezuela cuenta ya algo más de tres años. Ambos países persisten en una diatriba política, financiera y económica, que frena cualquier reanudación de las relaciones aerocomerciales.


Ello tiene al viajero como principal afectado. Actualmente, la ruta Caracas – Miami, por ejemplo, requiere de, por lo menos, una escala y un cambio de avión, sea en República Dominicana o en Panamá. Lo que hasta 2019 era un viaje de algunas horas en la mañana, ahora es un trayecto de todo un día, contando la espera en el aeropuerto de conexión y las inevitables revisiones migratorias y sanitarias. El alto costo del boleto es también una consecuencia inmediata de este periplo.

Pero, ¿por qué seguimos sin vuelos directos entre dos de los destinos de más alta demanda histórica de la región? Tres razones responden la inquietud del público viajero.

1) Categoría 2

Venezuela se encuentra en categoría 2 desde diciembre de 2019, según la autoridad aeronáutica de Estados Unidos (FAA), lo que impide a las aerolíneas de matrícula venezolana volar a esa nación. Aunque las estadounidenses sí podían operar con normalidad hacia nuestro país.

Que un país se encuentre en categoría 2 según la FAA, indica que “carece de las normativas necesarias para supervisar a sus transportistas aéreos en función de estándares internacionales mínimos, o su autoridad aeronáutica presenta deficiencias en asuntos técnicos, capacitación, inspección o seguridad”.

Para ostentar la categoría 1 y regresar a los cielos del norte, siempre según la FAA, el país ha de contar con un sistema de vigilancia de las operaciones aerocomerciales de sus aerolíneas lo suficientemente robusto y, al mismo tiempo, cumplir con requisitos operacionales y aeroportuarios que garanticen la seguridad de las actividades aéreas de cara a los usuarios.

Venezuela alega que se rige por las directrices de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) y cumple con todos los estándares de seguridad, y considera que la FAA aplica criterios unilaterales para ventaja de sus aerolíneas. Se recordará que la categorización nació en la década de los años 90 del siglo pasado, cuando la FAA creó IASA (International Aviation Safety Assesment), para determinar si un país, no un transportista individual, respeta las normativas internacionales en aviación.

En este punto, la categorización – controvertible – es una medida que, a estas alturas de las relaciones entre ambos países, deberá ser superada más por la vía política que técnica. Mientras Venezuela continúe en categoría 2, según la FAA, los vuelos no regresarán de manera recíproca, porque las aerolíneas estadounidenses sí pudieran volar, pero no así las venezolanas.

Sin embargo, hay una salida de vieja data: el Convenio de Transporte Aéreo entre Estados Unidos y Venezuela. El documento, firmado en 1953, establece en su artículo 10, que “Es intención de ambas Partes Contratantes que sus respectivas autoridades aeronáuticas se consultarán regular y frecuentemente con el fin de asegurar la recíproca aplicación y el cumplimiento de todos los principios, propósitos, condiciones y disposiciones del presente Convenio y su Anexo”. Precisamente, la sección IV, punto b, del Anexo al convenio, indica que “Habrá justas e iguales oportunidades para las líneas aéreas de ambas Partes Contratantes en la operación de cualquiera de las rutas entre sus respectivos territorios, como se definen en el Convenio, descritas en el Convenio y su Anexo”. De manera que el camino es el reconocimiento y entendimiento mutuo, pero con interlocución directa. Lo contrario será ausencia de vuelos de forma indefinida.

2) Sanciones económicas

Estados Unidos mantiene una serie de sanciones de naturaleza económica y financiera sobre un conjunto de instituciones e individuos venezolanos, que ha afectado las relaciones entre los dos países. Su eliminación es ya punto de honor para el gobierno de Venezuela, si se quiere restablecer la comunicación fluida entre ambas partes, o facilitar si quiera las relaciones aerocomerciales.

Recordemos que la Oficina de Control de Activos Foráneos (OFAC) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, administra y ejecuta sanciones económicas y de comercio con base en la política exterior de ese país y de acuerdo a sus metas de seguridad nacional.

Si bien es una medida económica de Estados Unidos destinada a presionar a la contraparte para alcanzar algún objetivo político, la fórmula ha demostrado a lo largo de la historia que existe un daño colateral que afecta a los ciudadanos honestos y ajenos a la diatriba política del momento, que solo desean trabajar, hacer negocios, y poder movilizarse según sus propias necesidades y planes. Así las cosas, mientras persistan las sanciones económicas, muy difícil el regreso de los vuelos directos.

3) Ausencia de servicios consulares

Estados Unidos dejó de tener presencia diplomática en Venezuela desde marzo de 2019, cuando tanto su embajada como su consulado dejaron de operar en Caracas, motivado a las desavenencias que escalaron a un nivel inimaginable hasta hace pocos años. La imposibilidad de tramitar una visa en Caracas para viajar a Estados Unidos es apenas la punta del iceberg.

Al mismo tiempo, Estados Unidos prohibió a sus aerolíneas volar sobre territorio venezolano por debajo de los 26 mil pies de altura, según Notam KICZ A0013/19, emitido el 30 de abril de 2019, por parte de la FAA. Una decisión que -obviamente- obligó a American Airlines, operadora solitaria hasta ese momento, a abandonar la ruta.

Sin servicios consulares en Venezuela, luce laboriosa la reactivación de las relaciones aerocomerciales, o cualquier otra actividad económica de importancia originada en Estados Unidos. La variedad de retos diplomáticos, políticos, técnicos, comerciales y de seguridad, hacen cuesta arriba la posibilidad -en el corto plazo- de tomar un avión comercial en Caracas y llegar a Miami en dos horas y 45 minutos de vuelo, como fue lo usual.

Desde luego, en política, ya sabemos, todo puede suceder; porque no hay amigos, sino intereses. En este sentido, quizás el restablecimiento de los vuelos comerciales sin escalas entre Estados Unidos y Venezuela venga más como consecuencia de la necesidad de un mínimo entendimiento en el plano diplomático y económico, dadas las pugnas regionales en el este de Europa y, no menos preocupante, en la zona de Asia-Pacifico, que han disparado las alarmas de occidente en materia de seguridad energética; Venezuela cuenta con vastos recursos lejos de las zonas de mayor conflicto. En este escenario hipotético, la categorización, las sanciones, y la ausencia de servicios consulares, serán entonces cosa del pasado. Amanecerá y veremos.

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