El Nazareno de San Pablo, advocación de Jesucristo, es venerado en la basílica de Santa Teresa, Caracas. Constituye una de las tradiciones realizadas con gran fervor y devoción, en la capital venezolana, por devotos de la fe cristiana que el Miércoles Santo asisten masivamente a las celebraciones de Semana Santa y a su estación de penitencia, y en procesión acompañan en homenaje al milagroso Nazareno de San Pablo.
La obra escultórica, atribuida a Felipe de Ribas, fue tallada en Sevilla, en madera de pino de Flandes, data del siglo XVII. Simboliza a Jesucristo cargando la cruz, con un atuendo violeta, camino a su cruel crucifixión.
La tradición cuenta que el escultor, al terminar de tallar la imagen, se le aparece el Nazareno y le dice: "Donde me has visto que tan perfecto me has hecho".
Fue traída a Caracas, y consagrada, el 4 de julio de 1674; recibiendo veneración en la iglesia de San Pablo Ermitaño, de ahí viene su nombre de Nazareno de San Pablo. En 1880, Antonio Guzmán Blanco, presidente de la República, ordena derribar la iglesia para levantar el Teatro Municipal en ese lugar. El mismo Guzmán Blanco, por insistente insinuación de su esposa, Ana Teresa, mandó erigir en honor a ella las iglesias conjuntas de Santa Ana y Santa Teresa, siendo trasladada la imagen a este nuevo templo, donde es venerada en la actualidad.
La veneración al Nazareno de San Pablo, surge al desarrollarse una espantosa epidemia, conocida como la peste del vómito negro o escorbuto; al suplicar la ayuda de Dios, sacan en procesión de rogativa al Nazareno de San Pablo; durante la procesión, su cruz se enredó en un frondoso árbol del cual se desprendieron varios limones y un racimo quedó enredado entre la corona de espinas, los devotos recogieron los frutos como señal divina, prepararon limonada que dieron a tomar a los enfermos, quienes sanaron prontamente y acabó la peste. Desde ese tiempo se cataloga esa esquina como El Limonero del Señor.