Un grupo de científicos ha elaborado un modelo climático que explica cómo el aumento extremo de las temperaturas hará que el planeta sea prácticamente inhabitable
Desde hace ya un tiempo, siempre que acaba un mes estamos habituados en ver noticias en las que se informa de que ha sido el más caluroso de los últimos años. El calentamiento global está ahí y las temperaturas no paran de superar récords históricos mese a mes, estación a estación. Y no parece que la situación vaya a cambiar. La contaminación, los gases efecto invernadero, la industrialización de los países del Este, la negativa de las grandes potencias a poner límites. Las cumbres del clima siempre acaban con una serie de objetivos que pocas veces (o ninguna) se acaban cumpliendo. Pero la amenaza sigue ahí. Hay numerosos estudios que indican que la desertización irá aumentando desde el sur de España hacia el norte y que dentro de unos años, lugares que ahora tienen temperaturas templadas y lluviosas se convertirán en lugares ideales para vivir y escapar del calor. Pero no sólo eso, porque el calor aumentará el deshielo y el aumento progresivo del nivel del mar, lo que hará desaparecer muchas localidades costeras españolas como puede ser San Sebastián, la Albufera de Valencia, el Parque Natural de Doñana o El Prat de Llobregat… pero el calor no sólo afectará a la península hispanica, sino que será un problema a nivel mundial. Según apunta un estudio de la Universidad de Bristol (Reino Unido), publicado en la revista «Nature Geoscience«, el calor sin precedentes provocará la mayor extinción desde la desaparición de los dinosaurios, acabando con casi todos los mamíferos y, entre ellos, la de los seres humanos.
El trabajo de investigación ha utilizado superordenadores para establecer los primeros modelos climáticos de un futuro lejano, que demuestran que la temperatura aumentará de forma extrema, hasta el punto de que los continentes acabarán fusionándose en un supercontinente caliente y seco y, lo que es peor, prácticamente inhabitable.
El estudio avanza que el incremento de las temperaturas se producirá a medida que el sol se haga más brillante en intenso cada vez, emitiendo mucha más energía y, por tanto, elevando la temperatura de la tierra hasta niveles mortales para los actuales habitantes del planeta. Este incremento de las temperaturas también afectará a la estructura de la Tierra, haciendo se aceleren los movimientos tectónicos y con ellos el aumento de los terremotos y de las erupciones volcánicas, que también serán más habituales y virulentas. Esto aceleraría aún más la elevación de las temperaturas en todo el planeta.
Hasta ahora, los mamíferos (humanos incluidos) han logrado adaptarse a los cambios de las condiciones climáticas tanto biológicamente (como las adaptaciones del pelaje o la hibernación) como tecnológicamente (viviendas más eficientes energéticamente, más aisladas o los distintos mecanismos de refrigeración creados). Pero la adaptación al frío extremo es mucho más sencilla que al calor excesivo, por lo que si se cumplen los modelos climáticos de la Universidad de Bristol no habría manera de lograrlo.
Un supercontinente y una triple amenaza
El responsable del estudio, el profesor e investigador asociado de la Universidad de Bristol, Alexander Farnsworth, alerta de las consecuencias: «El nuevo supercontinente crearía una triple amenaza: el efecto de continentalidad, un sol más caliente y más CO2 en la atmósfera, lo que aumentaría el calor en gran parte del planeta. El resultado es un entorno hostil, en su mayor parte, desprovisto de fuentes de alimento y agua para los mamíferos».
Así, añade, «temperaturas generalizadas de entre 40 y 50 grados centígrados, y picos diarios aún mayores, agravados por altos niveles de humedad acabarían por sellar nuestro destino. Los humanos, junto con muchas otras especies, expirarían debido a su incapacidad para deshacerse de este calor a través del sudor, enfriando sus cuerpos».
Pero hasta que ese momento llegue, los científicos consideran que los cambios provocados por el calentamiento global y el cambio climático podrán ser combatidos, aunque aumente la mortalidad y el estrés térmico en determinadas regiones del planeta. Es decir, la Tierra debería ser un lugar habitable hasta que se produzca el fenómeno del aumento de la intensidad del sol y el consiguiente cambio sísmico de la Tierra. Pero una vez que eso ocurra, los superordenadores indican que sólo entre el 8 y el 16 por ciento de la superficie terrestre sería habitable.
Por ello, la coautora del estudio e investigadora sobre Cambio Climático y Salud en la misma universidad, Eunice Lo, lanzó una advertencia sobre la importancia de tratar de empezar a tomar decisiones para tratar de combatir estos cambios: «Es de vital importancia no perder de vista nuestra actual crisis climática, resultado de las emisiones humanas de gases de efecto invernadero. A pesar de que la previsión de que tengamos un planeta inhabitable indica que no se producirá hasta dentro de 250 millones de años, ya estamos experimentando un calor extremo perjudicial para la salud humana. Por eso es crucial alcanzar las emisiones netas cero lo antes posible».
El equipo internacional de investigadores ha llegado a estas conclusiones después de aplicar modelos climáticos basados en simulaciones de las tendencias de la temperatura, viento, lluvia y humedad del supercontinente, al que bautizaron como Pangea Última. pero no sólo aventuraron el incremento de las temperaturas, sino que han logrado estimar el nivel de CO2 que habrá mediante el estudio de modelos de movimiento de placas tectónicas, química oceánica y biología.
Estos cálculos del CO2 fueron realizados por el profesor de la Universidad de Leeds, Benjamin Mills, que concluyó que «creemos que el CO2 podría aumentar de unas 400 partes por millón (ppm) en la actualidad a más de 600 ppm dentro de muchos millones de años. Pero si los humanos no dejan de quemar combustibles fósiles, esas cifras se producirán mucho, mucho antes». El trabajo de Mills establece que los niveles de dióxido de carbono podrían duplicar los actuales. Además, prevé que el Sol emita un 2,5% más de radiación y que el supercontinente se sitúe principalmente en los trópicos cálidos y húmedos, por lo que gran parte del planeta podría enfrentarse a temperaturas de entre 40 y 70 grados centígrados».
Otro de los factores que acabarían por extinguir a la humanidad en el caso de que lograra adaptarse a las nuevas temperaturas extremas son los conflictos. La formación de un supercontinente haría que todos los habitantes se concentraran en zonas muy determinadas dentro de un supercontinente, con lo que los conflictos podrían ser mucho más virulentos y habituales.