El Museo Ludwig de Colonia detectó más de 20 obras falsas en su catálogo. En vez de ocultarlas las expone al público para demostrar cómo se detectan las imitaciones en el arte
¿La falsificación es una obra de arte? Seguramente diríamos que no, pero hay imitaciones tan bien hechas que hasta los mejores expertos son engañados, y si no fuera por los modernos métodos de detección, se las consideraría obras auténticas.
Ese es el motivo de la exposición ‘Vanguardias de Rusia en el Museo Ludwig: Original y Falso. Preguntas, investigaciones y explicaciones’, que se ofrece en este centro cultural de Colonia, en Alemania.
Un valioso patrimonio del arte contemporáneo
Este museo fue impulsado por los coleccionistas Peter e Irene Ludwig, que contaban con un patrimonio de cerca de 600 trabajos realizado por artistas de la vanguardia rusa del primer tercio del siglo XX.
Entre ellos se encuentran pinturas de El Lissitzky, Natalia Goncharova, Liubov Popova, Kliment Redko, Nikolai Suetin y Nina Kogan, entre otros, que las autoridades del museo tenían sospechas que en realidad eran falsificaciones.
El análisis de materiales químicos de los pigmentos, y con tecnología de rayos X y ultravioletas en 49 pinturas confirmaron parte de los temores: al menos 22 trabajos de la colección eran falsos.
Cómo detectar una obra falsa
En la muestra se puede ver cómo los expertos utilizan estos métodos y de qué forma pueden averiguar cuál es el verdadero y cuál es el falso.
Una de ellas, como se ve en la exposición, es Proun, una pintura atribuida a El Lissitzky en 1923.
El estudio con rayos infrarrojos reveló que debajo de la superficie había una pintura más antigua, lo que puso en duda la autenticidad de la obra.
Una frente a otra
Los visitantes al Ludwig pueden ver obras verdaderas junto a las falsas. Algunas de las primeras fueron cedidas por museos como el Thyssen-Bornemisza de Madrid.
El análisis comparativo con un trabajo similar, Proun 12 E, del museo Busch-Reisinger de Cambrigde, confirmó que era un fraude.
Aunque uno no sea experto es posible distinguir las diferencias entre una y otra. Sin embargo la pregunta del millón es: ¿cuál es la verdadera y cuál la falsa?
Una pista es la revelación de que debajo de la pintura no haya un dibujo previo. “Si se ven trazos espontáneos, como salvajes, estamos frente a la mano del artista auténtico”, dijo Jillen Nadolny, de la firma de Londres Instituto de Investigación y Análisis del Arte, a The Art Newspaper.
Falsificaciones en el arte ruso
Que haya tanta abundancia de obras falsas de la vanguardia rusa no es casualidad. Entre la llegada de los bolcheviques y la muerte de Stalin el régimen soviético alababa a sus artistas con la misma facilidad con que los condenaba.
Las obras de los que sufrían del ostracismo artístico impuesto por el gobierno eran guardadas en los depósitos de los museos y las galerías por tiempo indeterminado.
Ese era un campo fértil para los falsificadores, porque si una pintura regresaba al circuito artístico, ya no se sabía si era auténtica o no.
Demanda judicial
El conflicto por los fraudes llevó al museo a demandar a la Galería Gmuryzynska, que vendió cerca de 400 obras de artistas rusos. La causa judicial sigue adelante.
Si un museo detecta una falsificación lo más seguro es que el cuadro termine sus días en el depósito.
En este caso los fraudes se exhiben al público, aunque cuando la exposición termine el 3 de enero del año que viene, regresarán a dormir una larga temporada en la trastienda del museo.